Original

Pokémon: La Heredera – Capítulo 1

Prólogo

Antes de comenzar, es necesario aclarar algunas cosas:

    1. Es difícil narrar combates Pokémon, por lo que los he adaptado para que sean más disfrutables y duraderos. Los combates dentro de esta historia NO son como en los juegos, son más similares al anime.
    2. La historia toma los sucesos de los juegos de Pokémon Rojo/Azul y Pokémon Oro/Plata y comienza en base a ellos.
    3. La historia ocurre 5 años después de que Red haya vencido la Liga Pokémon de Kanto, y por consiguiente, 3 años luego de que Gold lo haya vencido en el Monte Plateado.

Capítulo 1

Dracma se despertó. El sol le daba justo en la cara, y ya era casi mediodía. «Qué extraño, papá siempre me despierta antes de las 10 para luego irse a trabajar», pensó. Se levantó, se vistió y bajó las escaleras.

– ¡Papá! – gritó mientras bajaba, para no obtener respuesta. – ¡Papá! – gritó otra vez. Sus gritos se desvanecieron rápido. No estaba en la sala de estar, no estaba en la cocina, tampoco en el baño. ¿Dónde se había metido?

En la cocina no había ninguna nota, lo cual era extraño. Siempre que Lance se iba sin avisar, dejaba algo escrito para avisar adónde iría y por cuánto tiempo. Ya algo más preocupada, Dracma tomó su teléfono y llamó a Erika, la Líder de Gimnasio de su ciudad.

– Erika, ¿tienes idea de dónde se puede haber metido mi padre? – le dijo sin siquiera saludar – Es domingo, y si él tuviera que trabajar, ya me lo hubiese dicho.

– Hola Dracma, la verdad es que no tengo idea, si quieres puedes pasarte por mi gimnasio en un par de horas y me comunico con la Liga para preguntar. – contestó Erika dulcemente – Pero despreocúpate, que últimamente con el boom de los combates estamos teniendo un récord de retadores que no habíamos tenido nunca, a lo mejor te convendría apuntarte tú también – rió.

– Está bien, en media hora estaré allí. – prometió Dracma secamente. Hacía bastante tiempo ya que no se preocupaba así.

Mientras tanto en su gimnasio, Erika se extrañó con esa llamada. Conocía a Dracma de pequeña y sabía lo apegada que era a su padre, sobre todo desde el accidente que tuvo su madre, pero también sabía que Dracma era consciente del gran poder del equipo de Lance, y que es muy complicado ponerlo en apuros, salvo ese par de veces…

Dracma se preparó, improvisó un desayuno rápido, tomó su mochila y bajó a su patio. Allí al sol dormía su pequeño Dratini, obsequio de su padre cuando ella cumplió 10 años. Dracma hacía poco había cumplido los 18, y desde que obtuvo a su Dratini estableció fuertes lazos con él, transformándolo en su compañero de vida y su mejor amigo. Al acercarse a él, se despertó y dió un par de vueltas, saludándola.

– Ven Dratini, necesito que te metas en la pokéball, hay que salir. – le dijo ella. Dratini aceptó intrigado, y cumplió con lo que se le pedía. Ella tomó la pokéball y la puso en su portaballs, que contaba con los 6 espacios para un equipo Pokémon entero, pero que sólo ocupaba un lugar, y era el de Dratini.

El padre de Dracma, Lance, era conocido en toda la región. Él era el presidente de la Liga Pokémon, principal miembro del Alto Mando y además ostentó por mucho tiempo el título de Campeón de la Liga. La cantidad de victorias en combates era abrumadora, y muy pocas veces pudieron vencerlo. Como todos saben, él es un experto Domadragones, y su equipo ha vencido a innumerables entrenadores de renombre. A pesar de ser una persona muy ocupada, siempre tenía tiempo para su hija, a quien había nombrado teniendo en cuenta su tipo de Pokémon favorito, el dragón.

Dracma abrió la puerta de calle, y se dirigió al Gimnasio de Erika. En los ochocientos metros que separan el gimnasio de su casa, admiró la belleza de su ciudad, como siempre hace. Ciudad Azulona es la ciudad más grande de la región de Kanto, y también la más avanzada tecnológicamente. Posee un gran centro comercial en el corazón de la ciudad, hoteles, restaurantes, rascacielos, y por lo que muchos vienen, el gimnasio Pokémon. Erika ha sido la líder de gimnasio hace años, y es de las más respetadas en Kanto.

Dracma llegó y se encontró a Erika en la puerta, al parecer despidiendo a un aspirante. Ella la saludó cordialmente:

– ¿Qué tal, Dracma? ¿Has visto su cara? Si me ganan se van súper contentos, pero si pierden salen odiándome, ah… – suspiró – la vida del líder de gimnasio.

– Bueno, tampoco te quejes, es un trabajo duro pero gratificante, hay muchos que quisieran estar en tu posición – le contestó Dracma.

– Te diré la verdad, Dracma, yo espero que dentro de un par de años, cuando se hagan las elecciones aquí en Kanto, aparezca alguien que entrene Pokémon de tipo planta como yo y tengamos un combate para ver quién se queda con el gimnasio, pues las últimas veces sólo han aparecido entrenadores de tipo roca y es Brock quien se lleva toda la diversión, jajajaja – rió Erika, que parecía estar siempre feliz.

– A ver, seguro aparezca alguien, de eso no hay dudas, pero tú eres la mejor, no creo que haya ningún entrenador que pueda tomar tu lugar – se sinceró Dracma.

– No se trata de si sea mejor o peor, Dracma, se trata de renovar a la gente. Yo hace años que estoy aquí y tengo treinta y tantos… en algún momento alguien tiene que renovar esto.

– Pero, ¿y tu trabajo? ¿De qué vivirás? – preguntó Dracma, quien parecía haber olvidado el asunto de su padre.

– Dracma, en la vida no todo son los combates, y tú lo sabes bien. Antes de ser entrenadora, yo hacía arreglos florales por toda la región. Luego ya me tuve que dedicar a ser líder y lo único que pude adornar es mi gimnasio, pero no me quejo. Y si lo dices por el dinero eso no importa, con ser líder algunos años ya te aseguras el resto de tu vida. Pero eso ya debes saberlo, tu padre administra todos los ingresos de la Liga – recordó Erika.

– Ya, es que no hablamos de esas cosas en casa. – admitió Dracma – Su idea es mantenerme lejos de los combates, no quiere que sea como él. Por eso nunca he combatido, primero tuve que terminar mis estudios, y ahora que tengo la mayoría de edad, puedo decidir qué hacer con mi vida.

– ¿Y qué harás? – preguntó Erika curiosa. No solía recibir visitas al gimnasio más que para luchar, y poder hablar con alguien aunque sea algunos minutos la sacaba de su ardua rutina.

– ¿Ahora? Encontrar a mi padre. Luego, ya veré, – Dracma había recobrado la seriedad que mantuvo dentro de su casa – ¿puedes preguntar en la Liga si está mi padre por ahí?

Erika averiguó, y ni los líderes de gimnasio ni los miembros del Alto Mando tenían idea de dónde estaba Lance. Dracma ya comenzaba a desesperarse, y Erika se dió cuenta de eso.

– Tranquila Dracma, todavía podemos preguntarle a alguien más, ven – dijo mientras cerraba las puertas de su gimnasio. Dracma se extrañó.

– ¿Y no puedes simplemente llamar? ¿Adónde vamos? – preguntó la hija del Campeón.

– ¡Sal, Tropius! – dijo Erika sacando una de sus pokéballs. – Ven, sube, vamos a dar un paseo.

Erika y Dracma subieron al lomo de Tropius, que las llevó directo a Pueblo Paleta, lugar de procedencia del legendario entrenador Red. El Pokémon de tipo Planta y Volador de Erika aterrizó justo donde ella le ordenó: frente al laboratorio del Profesor Oak.

Las chicas llamaron a la puerta, y el profesor atendió personalmente.

– Pero, ¿a quién tenemos aquí? ¡Una notable líder de gimnasio y la hija del hombre más poderoso de la región! Por favor, pasen – dijo Oak. Su laboratorio era enorme, y tenía a decenas de personas trabajando para él.

Dracma conocía al Profesor. Es la persona con más conocimiento sobre los Pokémon en toda la región de Kanto, y amigo personal de su padre. Desde pequeña había visitado ese mismo laboratorio a menudo, y conocía a varios de los ayudantes del profesor.

– Y díganme, ¿qué las trae por aquí? Es extraño ver a gente tan importante aquí. La gente de renombre suele sólo llamar por teléfono – dijo Oak un tanto apenado. Desde que su nieto Blue se había convertido en líder de gimnasio, no tenía un contacto muy cercano con grandes influencias en persona.

Dracma le contó su situación. Erika le explicó que decidió traerla allí porque si alguien era experto en resolver situaciones complicadas, era él. Oak se sonrojó, con los años había quedado un poco sólo, y que la gente lo consulte personalmente le ponía inmensamente feliz.

– Mira, Dracma. Aunque Lance sea mi amigo, no hemos hablado mucho en las últimas semanas, lo cual es raro, pues suele llamarme seguido. Pero dime, ¿por qué estás tan preocupada? Tu padre es de las personas más fuertes de Kanto, claramente sabe defenderse él solo – dijo Oak todavía extrañado.

– Escuche, profesor. Como usted sabe, mi padre nunca quiso que yo sea entrenadora, es más, he tenido suerte de que me haya obsequiado a Dratini cuando cumplí 10 años. Él siempre deseó que me dedique a lo que quisiera, claro, pero si podía ser alejado de los combates, mejor – explicó ella.

– Sí, eso lo entiendo, pero…

– Espere, déjeme terminar, – le interrumpió Dracma ya visiblemente alterada – lo que no he dicho es que mi padre siempre habla conmigo, o al menos me deja una nota si sale sin avisar, pero hoy no lo ha hecho, y hace varios años me ha pedido que, si un día no aparece inexplicablemente, vaya a buscarlo, aunque ello implique que batalle con mis Pokémon.

– Sin embargo es extraño que Lance tema por su seguridad, quizás se olía algo… – supuso Erika.

– Si algo es seguro es que mi padre es el hombre más poderoso de la región, y ser la cabeza del Alto Mando, aunque sea un honor, también es atractivo para los que quieren conseguir poder. Profesor, desde lo de mi madre que me he preparado para este momento, y aunque implique combatir con Pokémon y a mi padre no le guste, él mismo me ha pedido que lo haga para encontrarlo

– Dracma estaba preocupada, nunca había combatido con Pokémon, y el solo pensar que ella también debía hacerlo, la desconcertaba. Había visto a su padre combatir infinidad de veces, pero no tenía idea de cómo hacerlo ella.

– Está bien Dracma, lo entiendo – dijo Oak. – Estás en tu derecho y si tu padre te ha advertido previamente, pues debes hacerle caso. Para cualquier cosa que necesites, estoy a tu disposición. Intentaré hablar con sus conocidos a ver qué me dicen. Te avisaré si tengo noticias.

– Gracias, profesor. – dijo Dracma y luego se dirigió a Erika – ¿Puedes llevarme a casa?

– Espera Dracma, – le dijo Oak entregándole una caja – ábrelo, es para ti.

– ¿Una… PokéDex? – Dracma abrió el envoltorio y cuando la vio no pudo creerlo – Profesor, no tiene por qué dármela, son súper valiosas.

– Dracma, como Profesor de Kanto es mi deber guiar a todos los entrenadores novatos, y además eres la hija de mi amigo Lance, ¿cómo no iba a regalarte una? Es toda tuya, disfrútala – le dijo Oak guiñándole un ojo. Dracma, emocionada, agradeció y volvió a Ciudad Azulona junto a Erika. Ella la dejó en su casa, y le pidió que se pase por su gimnasio al día siguiente.

Dracma pasó toda la tarde pensando. Su Dratini la observaba preocupado.

– Todo cambiará a partir de ahora, Dratini. Nos volveremos un equipo y combatiremos para encontrar a papá… ¿me ayudarás? – su Dratini asentió y ella lo mimó. Se sabe que los Pokémon son los mejores acompañantes para los humanos.

Por la noche, Dracma seguía sin señales de su padre. Apenas pudo pegar un ojo, a pesar del sueño que cargaba encima. Por la mañana, se levantó, se cambió y se fijó bien si no había ninguna señal de su padre: negativo. Desayunó rápido y se dirigió nuevamente al gimnasio de Erika, como ella le había pedido.

– ¡Buenos días! – le dijo Erika apenas la vio. Daba la sensación de que no podía pasar un minuto sin sonreír. – Te estarás preguntando para qué te he traído aquí. Pues bien, si vas a ser una entrenadora Pokémon debes saber las normas básicas de los combates y quizás te vendría bien practicar un poco. ¿Estás lista?

– Bueno, a decir verdad no me esperaba esto, pero lo haré – contestó Dracma muy poco convencida. Miró a su pokéball y la lanzó, para hacer salir a su Pokémon. – ¡Vamos, Dratini!

El pequeño Pokémon dragón saltó sobre el verde del gimnasio de Erika, quien llamó a uno de sus entrenadores novatos, Santi, para darle pelea a su amiga. El chico sacó a su Oddish para enfrentarlo con Dratini.

– Muy bien, Dracma, veamos qué has aprendido de tu padre. Tu Pokémon y tú debéis ser uno para poder vencer a vuestro rival, sin importar a quién os enfrentéis. Santi será tu oponente en tu primer combate. Bien, ¡suerte a ambos! – les dijo Erika.

– Así que la hija de Lance… no va a tener oportunidad contra mi Oddish… – murmuró Santi y comenzó rápidamente – Vamos, Oddish, ¡utiliza Látigo Cepa para sujetar a Dratini!

Dicho y hecho, con ese ataque Oddish sujetó por los aires a Dratini, quien nunca había participado en combates, y no tenía forma de escapar de la constricción de su rival.

– ¡No, Dratini! ¿Qué hago? Piensa Dracma, piensa… – se dijo la hija de Lance – ¡Ya sé! Dratini, ¡utiliza Onda Trueno!

Dratini, a pesar de estar sujetado, ejecutó a la perfección el movimiento y logró paralizar a Oddish, y así escaparse de sus látigos.

– Interesante, no sabía que conocía Onda Trueno… – pensó Erika.

– No… – farfulló Santi – ¡No pasa nada, Oddish! ¡Utiliza Bomba Lodo! – Oddish, pese a la parálisis, logró no solo dañar mucho a Dratini, sino también envenenarlo.

– ¡¿Veneno?! Cómo se te ocurre… ¡No aflojes, Dratini! – le pidió Dracma

– Oddish, bien hecho, ¡eso le ha dolido! ¡Utiliza Rayo Solar! – ordenó Santi. Oddish comenzó a cargar la energía solar en las hojas de su cabeza para atacar.

-¡¿RAYO SOLAR?! – exclamó Dracma – maldición, debo hacer algo o perderemos, pero no tenemos muchas opciones… – pensó – Bien, tendremos que jugárnosla a una última carta. ¡Dratini, debes utilizar todas tus fuerzas en tu mejor ataque! ¡Vamos, usa Ciclón!

Dratini, a pesar de todo el daño recibido, se concentró y ejecutó el movimiento, su mejor ataque hasta el momento. Sobre Oddish se desató un ciclón que le causó grandes daños.

– No pasa nada Oddish, ¡ahora se viene el Rayo Solar! – se preparó Santi – ¡Ataca!

Sin embargo, Oddish no atacó, y no por haber estado paralizado, sino porque el Ciclón de Dratini logró amedrentarlo y evitar que pueda culminar su ataque.

– ¡Bien hecho, Dratini! – celebró Dracma emocionada – ¡Terminemos con esto, vuelve a utilizar Ciclón!

Dratini, motivado por el retroceso de su rival, repitió el Ciclón y derribó a Oddish, que no pudo continuar.

– Bien, Oddish se ha debilitado, por lo tanto ¡la ganadora es Dracma y su Dratini! – anunció Erika.

– ¡Lo conseguimos! – gritó Dracma, que no podía creerlo. Había ganado su primer combate Pokémon, siendo observada ni más ni menos que por Erika.

Colaborador ocasional.